Llegué a Sortarazi hace año y medio sin muchas expectativas, casi por casualidad y sin buscarlo. Creo que nunca olvidaré mis primeros días en Antxeta.

Me impactó mucho su realidad. Ver tantas personas sin hogar y muchas de ellas con apenas 20 años… fue algo que me costó asimilar.

Desde entonces no he dejado de aprender, de crecer y de querer… de querer ser mejor persona, mejor profesional y mejor compañera. He aprendido a mirar con el corazón, a comunicar sin hablar y a escuchar sin entender el idioma. He aprendido que se dice mucho más sin palabras y que un abrazo se puede dar con tan solo una mirada. Que la relación de ayuda no se basa en dar recursos sino en ten- der la mano, caminar juntos y saber decir adiós.

Sortarazi me ha mostrado la dureza de la calle… la dureza de un proceso migratorio en el que ves tus sueños truncados… También me ha enseñado a valorar un techo, una manta y un café caliente. Me ha mostrado un lugar donde refugiarte del frío y lo que es más importante de la soledad.

Ojalá -Insha allah- podamos seguir acompañando a to- das las personas que lo necesiten con la misma calidez y cercanía con la que lo hacemos. Esto no sería posible sin el equipo que me he encontrado, que cree en lo que hace y apuesta por una sociedad más justa, más inclusiva, con igualdad de derechos y oportunidades.

Gracias por devolverme la ilusión y las ganas de seguir contribuyendo a una transformación social. Sois unas personas maravillosas.

Erika, trabajadora de Antxeta